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Canelés, el majestuoso puente de Napoleón y vino: una escapada soñada a Burdeos

Burdeos en 72 horas: elegancia, historia y sabor en el suroeste francés

Burdeos no aparece en los mapas mentales del viajero casual con la misma fuerza que París o la Riviera Francesa. Pero basta con pisar sus calles de piedra clara y dejarse envolver por el aroma de sus viñedos cercanos para entender por qué esta ciudad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2007. No es solo su arquitectura —aunque hay más de 350 edificios clasificados como monumentos históricos— sino la armonía entre pasado y presente lo que le da a Burdeos su alma inconfundible.

Día 1: Calma, historia y vino

Aterrizar en Burdeos es entrar en una postal viva. El centro histórico, especialmente el barrio de Saint-Pierre, es un entramado de callejones estrechos, fachadas doradas por el tiempo y cafés que parecen diseñados para conversaciones largas. La ciudad ha sabido renovarse sin traicionar su historia: esa fusión es precisamente lo que la UNESCO celebró al incluirla en su prestigiosa lista.

Si hay algo que no puedes dejar de hacer en Burdeos es visitar una cave à vin (bodega de vinos). A sólo minutos del centro, muchas ofrecen degustaciones que explican por qué esta región es uno de los epicentros vinícolas del mundo. Además, tuve la oportunidad de explorar el Museo Ciudad del Vino, un espacio moderno e interactivo que revela la historia, cultura y arte detrás de cada copa. Descubrimos que cada sorbo en Burdeos no solo es un placer sensorial, sino una conexión directa con siglos de tradición agrícola, cultural y hasta política.

Luego esa tarde nos acercamos a una feria recreativa donde nos subimos a la noria y pudimos ver maravillosas vistas desde arriba del atardecer en Burdeos.

Llegando la noche nos dejamos llevar por sus calles, sin mapa. Cada rincón de Burdeos parece diseñado para inspirar calma. Y cerramos el día con una copa de vino tinto en una terraza acogedora, como dicta la tradición.

Día 2: El corazón antiguo de una ciudad elegante y un puente con nombre imperial

Durante la mañana de este segundo día de visita, nos unimos a un tour guiado que nos llevó a recorrer las encantadoras calles de Burdeos, comenzando desde el imponente Monumento a los Girondinos. Mientras caminábamos, la guía nos fue desvelando las historias y secretos que esconden cada rincón, desde los vestigios de la Revolución Francesa hasta la evolución de la ciudad como puerto clave del suroeste. Fue una manera perfecta de conectar con el espíritu de Burdeos y entender cómo su pasado sigue vivo en cada piedra y plaza.

Por la tarde, cruzamos uno de los emblemas arquitectónicos más llamativos de la ciudad: el Puente de Napoleón (Pont de Pierre). Con sus 17 arcos —uno por cada letra de “Napoléon Bonaparte”—, este puente de piedra es más que una vía: es un símbolo. Fue el primero en unir ambas orillas del río Garona, y su elegancia sobria resalta especialmente al atardecer, cuando las luces de la ciudad comienzan a encenderse lentamente.

Aunque el famoso Miroir d’eau frente a la Place de la Bourse no estaba activo por ser finales del invierno, fue suficiente verlo para imaginar su poder poético en días más cálidos.

Si hay algo que no puedes dejar de hacer es escuchar las recomendaciones de los guías de Tours, en esta oportunidad la guía nos recomendó un sitio muy lindo para probar distintos vinos, algunos entrantes y hasta chocolates con toda la magia y elegancia de Francia. Este sitio se llama: Le Bar à Vin

Día 3: Dulce despedida

La última mañana fue para los sentidos. Probamos por fin el dulce típico de la ciudad: el canelé. Pequeño, caramelizado por fuera, suave y perfumado por dentro, este pastelito es el resumen perfecto de Burdeos: refinado, sutil, inolvidable.

Mientras tomábamos un último café frente al río de Garona, entendí que Burdeos es una ciudad que no se recorre con prisa. Se saborea, como su vino, como sus silencios.

¿Ya anotaste Burdeos en tu lista?

Tres días no bastan para explorar todo lo que esta ciudad ofrece, pero sí son suficientes para enamorarse de su ritmo pausado, de su belleza sobria y de esa sensación de haber vivido algo profundo sin necesidad de monumentos ruidosos.


Burdeos no te grita al oído. Te habla bajito, al corazón.

#LasAventurasDeMariale ✈️🌍

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